David Baringo Ezquerra
La comunidad urbana como la entendíamos tradicionalmente, sustentada en relaciones cara a cara a nivel de barrio, entra en crisis ya que cada vez más las comunidades urbanas pueden conformarse y subsistir sin necesidad de proximidad física permanente. Ya que el urbanita contemporáneo dispone de una amplia gama de medios para relacionarse con los demás, crecen sus lazos sociales aunque a menudo son frágiles y están apoyados en fórmulas de comunicación múltiples. Aunque la vida cotidiana de la gente cada vez con más frecuencia está menos relacionada con el barrio en el que vive, en determinados casos mantiene un importante valor como fuente de sentimiento de pertenencia e identidad. El creciente uso cotidiano de las tecnologías de comunicación e información también ha puesto en cuestión la sociabilidad urbana tradicional sustentada en la copresencia simultánea y los encuentros cara a cara. Pero la generalización del uso de estas tecnologías no disminuye la necesidad de interrelación humana en la ciudad, sino que más bien transforman las formas en cómo estas se llevan a cabo. La copresencia, barrera que el ámbito virtual no puede superar, continúa y continuará siendo condición básica para la vida social en las ciudades y, por lo tanto, en la configuración de la comunidad urbana.
The urban community as traditionally understood, based on face-to-face relationships at neighborhood level, is falling into crisis due to the fact that urban communities can be created and subsists with no need of continuous physical proximity. The contemporary urban residents have a wide range of media to interact with others, their social ties grow but these are often fragile and supported by multiple communication forms. Although people�s daily realities are with increasing frequency less connected to the neighborhoods where they live, in some cases it remains an important source of value and a sense of belonging identity attached to the neighborhood where they live.
The increasing use of communication and information technologies has also questioned traditional urban sociability sustained by simultaneous co-presence and face-to-face meetings. But the widespread use of these technologies does not reduce the need for human interaction in the city, but rather transforms the ways in which these are performed. The co-presence, the barrier that the virtual reality hasn�t yet overcome, is and will continue to be a basic condition for social life in cities and, therefore, in the configuration of the urban community