El trabajo infantil femenino sigue siendo, hoy por hoy, un gran desconocido, debido a que se ha subsumido dentro del universal masculino de los niños trabajadores, sin tener en cuenta las particularidades y especificidades de las niñas.
Partiendo de premisas de la antropología urbana, del trabajo y de género, a través de este artículo, pretendo analizar los límites que se establecen entre la ciudad como espacio masculinizado y adulto y las niñas que trabajan en las calles de la Ciudad de México, mostrando algunas de las estrategias que ellas configuran y que les sirven de amortiguación a los envites que los entornos laborales y vitales les producen, reconstruyendo, de algún modo, su percepción de la ciudad convirtiéndola en un espacio menos dañino, a pesar de la complejidad estructural que les rodea.
Este artículo, ante todo, es una crítica a los discursos y a los programas de atención social e intervención, que sin tener en cuenta la propia percepción de las niñas, toman decisiones sobre la vida de estas con el fin de «proteger» y que, sin embargo, subordinan y enclaustran más que favorecen su propia autonomía y empoderamiento. Así mismo, esta aproximación pretende desmitificar algunas premisas que rodean a esta práctica y visibilizar a las niñas en el contexto social mexicano, dándole a esta realidad la complejidad que se merece evitando caer en las generalizaciones simplistas de los discursos "oficiales"