Si, desde hace cinco años, Pakistán no ha experimentado ninguna convulsión política ni un golpe de Estado -una novedad en sesenta años de independencia-, la campaña para las elecciones legislativas del 11 de mayo de 2013 se desarrolla en un clima de gran tensión. La violencia se extiende a todo el país y afecta a todas las comunidades (sumíes, chiíes, cristianos, budistas...). En Karachi, los asesinatos forman parte de la vida diaria.