Desde posiciones progresistas y de izquierdas se debe impulsar un modelo de empresas que ayuden a cohesionar la sociedad y a distribuir la riqueza. Las empresas del siglo XXI deben ser fuentes de crecimiento y de empleo, y desarrollarse en un entorno propicio de mercados abiertos y reglamentados con claridad y sencillez en una economía sostenible. Desde la izquierda se debe reclamar un modelo de negocio basado en el bien común, donde las ganancias y los beneficios no solo se midan por lo monetario, sino también por su impacto social, cultural y medio-ambiental.