La oposición de la República francesa a la guerra de invasión de Iraq ha constituido una acción valiente y coherente con la legalidad internacional que representa Naciones Unidas. Francia se ha mantenido firme ante la barbarie jurídica de la que ha hecho gala Estados Unidos, negándose a participar y apoyar una aventura guerrera que nada tenía que ver con la lucha contra el terrorismo internacional, como se decía, y mucho con intereses unilaterales del Imperio en Oriente Medio.