La "primavera árabe" ha transformado los movimientos salafistas. Unos han optado por un mayor activismo político; otros por nuevas ofensivas violentas, gracias al flujo de armas desde Libia y los ingresos de los tráficos ilícitos. El Magreb y Europa comparten los riesgos.
La desestabilización del norte de Malí y la reciente intervención militar francesa para recuperar el control de sus principales ciudades, el goteo de secuestros de ciudadanos occidentales o el asalto a la planta de gas argelina de In Amenas son ejemplos palpables de las amenazas que se ciernen sobre el Sahel por parte de grupos salafistas. Sus efectos desestabilizadores podrían alcanzar a los países del Magreb si no se adoptan las medidas oportunas.