En el último cuarto del siglo XX, España devino en una sociedad de inmigración, junto con otras tendencias demográficas, como el alargamiento de la esperanza de vida y el descenso de la fecundidad. En este nuevo contexto, la inmigración ha recibido mayor atención por ser considerada una opción, e incluso una solución, ante los posibles desequilibrios demográficos. Este artículo analiza la contribución demográfica de la inmigración en el nuevo orden demográfico, y traza los dos puntos de vista desde los que puede estudiarse la contribución de la inmigración: uno directo, a través de la entrada de los inmigrantes, y otro indirecto, a través de su fecundidad.