Este artículo trata de mostrar, a través de diversos ejemplos, la importancia del deporte en la configuración de los niveles identitarios en los que se han movido los seres humanos desde el siglo XIX. La asociación con el nacionalismo, regímenes totalitarios y dictaduras, no ha desgastado la capacidad de los deportes para vincular a las comunidades. En muchas ocasiones, esa capacidad integradora tiene un importante carácter defensivo, lo que impide considerar las prácticas deportivas como mero reflejo de la modernidad. De ahí la necesidad de buscar la historización de las identidades deportivas, contextualizando y buscando el análisis interdisciplinar para evitar visiones reduccionistas.