Juan Alfredo Obarrio Moreno
Partiendo de la clásica distinción entre ciudadano e incola , y de la regla que sostenía que no todos los que habitaban en una ciudad se convertían en ciudadanos, el presente estudio aborda cómo la doctrina medieval vino a reconocer que la adquisición de la ciudadanía se podía alcanzar, en el ámbito civil, a través del nacimiento �origo-, de la manumisión, de la adopción, del acceso a los cargos municipales o por el domicilio permanente, y, en la esfera eclesiástica, por el bautismo. Vías ordinarias a la que se podía sumar una cuarta de naturaleza extraordinaria: la ciudadanía por privilegio regio.