El 14 de noviembre de 2011, la canciller de Alemania Angela Merkel, en el congreso de su partido democrisitano, reclamó la creación de una "nueva Europa" donde los Estados transferirían competencias presupuestarias y fiscales a la Zona Euro, eligirían a un presidente permanente por sufragio universal y en cuyo Banco Central el voto, hasta ahora igual, sería reemplazado por otro ponderado según el volumen de la economía de cada Estado. Es decir, una UE que bajo la hegemonía de Alemania, país con mayor población y recursos económicos, pudiese bloquear la libertad de los ciudadanos de cambiar su sistema socio-económico y/o político. Nadie, en la clase política española, se ha opuesto a que España sea absorbida en esa "nueva Europa" y desposeída, también, de la decisión última en materia de soberanía presupuestaria, fiscal y financiera.