Tanto en Honduras en 2009 como en Paraguay en junio pasado, los gobiernos legítimos, democráticamente elegidos, -el de Manuel Zelaya en Tegucigalpa y el de Fernando Lugo en Asunción- fueron derrocados sin recurrir a los sangrientos métodos militares que caracterizaron durante decenios los pronunciamientos en América Latina. La "gorilada" se ha sofisticado. Ahora, las fuerzas conservadoras se apoyan en argucias jurídicas para "destituir" a Presidentes progresistas. Estamos asistiendo a una nueva modalidad de golpes de Estado. Los llamados "constitucionales".