Mientras el alto el fuego en Gaza, negociado por Egipto, consolidaba la posición de Hamás tanto en el plano regional como interno, las Naciones Unidas examinaban la candidatura de Palestina como Estado observador, presentada por el presidente Mahmoud Abbas. Éste, considerablemente debilitado, se enfrenta a Israel, a Estados Unidos y a diversos países europeos, pero también al escepticismo de la propia población palestina.