El juicio de Anders Behring Breivik, acusado de haber asesinado a setenta y siete personas por razones políticas, culminó el 22 de junio en Oslo. Más allá de la salud mental del asesino, ¿no revela semejante desencadenamiento de violencia las fisuras de una sociedad que goza de la reputación de tranquila? La ideología reivindicada por Breivik radicaliza además una visión del mundo que ciertas producciones culturales europeas transmiten.