Mientras los oráculos de la informática y los señores del capitalismo verde reivindican el monopolio de un futuro glorioso, la izquierda abandona los grandes proyectos de futuro.Sin aspiraciones de cambiar el mundo, pone sus esperanzas en los recuerdos, en particular en los de los años de posguerra. Pero, ¿se pueden conciliar progresismo y nostalgia?