En 1951, la Internacional Socialista (IS) restableció sus actividades con el propósito de "liberar a los pueblos de su dependencia de quienes detentan los medios de producción". Sesenta años después, sus dirigentes prefieren hablar de "regulación juiciosa de los nefastos efectos de la globalización". Un paulatino cambio de dirección que ilustra su actitud frente a los socialistas latinoamericanos.