Los vínculos milenarios que unen a China con el carbón constituyen en los lindes del siglo XXI un obstáculo para la modernización del país. La catástrofe ecológica anunciada debido a las emisiones de gas de efecto invernadero y los dramas sociales ligados a la extracción del mineral conducen al gobierno a apostar por una modernización y una diversificación de las fuentes de energía.