El presupuesto participativo de Porto Alegre, emblema del potencial democrático de las entidades locales, ha abierto el camino hacia nuevas prácticas sociales y políticas en todo el mundo. Veinte años después de su creación, demuestra que otro tipo de repartición de los poderes entre la ciudadanía y las instituciones es posible. Actualmente se enfrenta al riesgo de la recuperación de la democracia representativa tradicional.