El sector de la energía nuclear representaba la esperanza de la domesticación civil del fuego atómico. Ofrecía, ante la voracidad energética del mundo industrializado, una solución eficaz asociada al progreso tecnológico. Sin embargo, de ahora en adelante, plantea un problema de seguridad para las poblaciones y, en los Estados occidentales, una cuestión de rentabilidad. ¿Se desplazará hacia Oriente el foco de esta industria estratégica?