Serge Halimi
La crisis de la deuda que barre a varios países europeos toma un giro inédito: nacida de la decisión de los Estados de tomar préstamos para salvar a los bancos, pone a poderes públicos exangües bajo la tutela de instituciones que no dependen del sufragio universal. El destino de los pueblos de Grecia, de Portugal y de Irlanda ya no se forja en los parlamentos, sino en las oficinas del Banco Central Europeo, de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional. ¿Hasta que converjan los movimientos sociales?