Clara Guillén Subirán
No resulta sencillo ser resiliente, sin embargo se ha convertido en una necesidad en los tiempos que nos ha tocado vivir. La resiliencia es la capacidad que nos ayuda a superar los momentos adversos tanto en nuestra trayectoria profesional como personal, esta habilidad suele ser innata en la persona o aprenderse con entrenamiento. Este concepto aparece por primera vez en 1972, relacionado con la idea de protección frente a los estresores. Los autores KOBASA y MADDI desarrollaron el concepto y estudiaron a personas que, ante hechos vitales negativos, parecían tener unas características de personalidad que les protegían. Estas personas tienen un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos y están más abiertos a los cambios en la vida, a la vez que tienden a interpretar las experiencias estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia. No debemos equivocar la resiliencia con la resistencia porque a diferencia de la primera ésta quiere decir soportar sin alterarse. Esta habilidad influye en la forma de ver las cosas, en lograr esa visión positiva de uno mismo y en la que otros pueden tener de ti. El autor aconseja que para desarrollar la resiliencia se debe que trabajar sobre tres pilares: tener la capacidad de jugar, de no internalizar los problemas de manera obsesiva, de ser positivos y creativos para sobrellevar diferentes situaciones; tener esperanza y saber buscar apoyo y, el pilar más importante, tener confianza en uno mismo de manera constante, sin que importen las adversidades que se presenten.