El prisma paternalista a través del cual se percibe a menudo la situación de las mujeres de África, de Asia o de Oriente Próximo, tiende a ocultar sus luchas feministas. Igual que en Europa, su condición no es inmóvil. Y varía en función de sus conquistas de nuevos derechos que ponen fin a situaciones de violencia o de discriminación. He aquí varios ejemplos de Ruanda, Afganistán, la India y Marruecos.