El autor plantea que frente a la homogeneización cultural a la que induce la globalización económica es imprescindible elaborar nuevas categorías de análisis y matrices de pensamiento capaces de adecuar las prácticas institucionales a los nuevos modos productivos, generar nuevas articulaciones en los tejidos sociales que incrementen la participación y reconstruir un imaginario social que cree nuevas utopías.