Las nuevas guerras que caracterizan el inicio de siglo, salen de los moldes tradicionales y plantean nuevos dilemas para quienes quieren comprender cómo en unos minutos pueden morir tantas personas como en cualquier batalla clásica de la historia reciente. Según el autor, la guerra ha vuelto a su naturaleza más descarnada dejando atrás los condicionantes impuestos por el uso de los medios generados por los estados nacionales y su siempre latente posibilidad de evitar la guerra total a través de la disuasión.