La amenaza del terrorismo biológico es hoy más grande que nunca. Aun así, lamentablemente el mundo no está preparado para protegerse. Los sistemas de salud pública deben almacenar vacunas y desarrollar estrategias de respuesta, pero corren el riesgo de perder legitimidad si los gobiernos siguen confiando en el ejército y la policía para defenderse del bioterrorismo. Es necesario, plantea la autora, repensar el enfoque que los gobiernos adoptarán ante esta amenaza mortal.