François Carrel
Hace cerca de dos siglos que las cumbres himalayas, comenzando por el Everest, atraen a alpinistas de todo el mundo. La forma y el espíritu de las expediciones varían en función de las épocas y de sus ideologías dominantes: la sed de conquista en el siglo XIX, el nacionalismo que envolvía las dos guerras mundiales... Actualmente, la obsesión por la hazaña tiende a hacer de estas montañas simples soportes narcisistas para turistas poco entrenados, que a veces pagan su ligereza con la vida.