Serge Halimi
Doscientos veinte años después de 1789, el cuerpo de la Revolución aún se mueve. A pesar de François Mitterrand, que había invitado a Margaret Thatcher y a Joseph Mobutu a verificar su entierro durante las ceremonias del bicentenario. Como el año de la conmemoración fue también el de la caída del muro de Berlín, Francis Fukuyama anunció el "fin de la historia", es decir, la eternidad de la dominación liberal en el mundo y el cierre, a sus ojos definitivo, del paréntesis revolucionario. Pero la crisis del capitalismo vuelve a sacudir la legitimidad de las oligarquías en el poder. El aire es más liviano o más pesado, según las preferencias.