Este artículo es una revisión de la floreciente bibliografía sobre la diversidad etno-racial y sus supuestos efectos sobre la confianza ciudadana y la cohesión, en el contexto de la evolución del concepto de capital social y de la reivindicación de sus múltiples consecuencias positivas. Presentamos evidencias que cuestionan tal reivindicación y apuntan a que las raíces del civismo y la confianza están en procesos históricos profundos asociados a la raza y la inmigración. Examinamos la presunción de que la inmigración reduce la cohesión social acudiendo a los clásicos de la sociología para mostrar cuales son las formas de cohesión que realmente mantienen unidas a las sociedades contemporáneas. Esto nos conduce a una tipología que presenta al «comunitarismo» solo como una forma más entre ellas, una forma que no es además ni imprescindible ni necesariamente la ideal a la hora de facilitar el funcionamiento de organizaciones e instituciones complejas. Discutimos las implicaciones de nuestras conclusiones para futuras investigaciones y para la política migratoria.