Sebastián Giménez
Estamos concurriendo a un verdadero quiebre de la escuela moderna. En los barrios pobres, dicho fenómeno es quizás más notorio. La escuela no parece ya garantizar las promesas de progreso, inserción y movilidad social que fueran su característica durante mucho tiempo. La implosión de la exclusión social hacia la década del 90 en Argentina hizo que el futuro posible se convirtiera en incógnita, incertidumbre. Y la escuela pasa a funcionar en muchas ocasiones como un dique de contención social de los desplazados, de los excluidos.