En el presente artículo el autor lleva a cabo una revisión crítica de la definición y el contenido de los cuidados informales de larga duración que se proveen en el ámbito de la atención familiar. Las razones por las que se les aplica la denominación de informales se relacionan con su proximidad y vinculación con el trabajo doméstico-reproductivo, que al ser cosa de mujeres es invisible y no se remunera, por lo que su informalización supone el reforzamiento de esta característica de desigualdad de género. El marco normativo en el que sustenta este imaginario se basa en el supuesto de que la crianza y el cuidado son principalmente una responsabilidad y una competencia de las mujeres (familiarización y ética del cuidado). El autor concluye con una propuesta que integra las dicotomías que enfrentan lo formal y lo informal y el trabajo remunerado y no remunerado de cuidados: los servicios sociales de cuidados.