El año 2007, cuando dirigí el número 12 de Mediterráneo Económico, «Europa en la Encrucijada», era un tiempo de incertidumbres para la construcción europea. Fue un año que se inscribía entre el frustrado proyecto de Constitución Europea, rechazada por los referendos en Francia y Holanda, y las nuevas perspectivas abiertas por el Tratado de Lisboa que cerraría el largo proceso de reformas institucionales iniciado en Ámsterdam y al que en Niza, ya en 2000, no se le pudo encontrar una solución satisfactoria. La elaboración de la «Europa en la Encrucijada » fue un proceso difícil porque trataba de describir un proceso dinámico y complejo al mismo tiempo que este se estaba desarrollando. Después de no pocas vicisitudes, que ya no pudieron ser recogidas en esa «Europa en la Encrucijada», el Tratado de Lisboa fue por fin aprobado y Europa salió, mal que bien, de su encrucijada constitucional…