La crisis económica que se está viviendo en la actualidad en la mayor parte de los países desarrollados, de naturaleza financiera, con múltiples rasgos comunes a todas las economías pero con aspectos idiosincrásicos en cada país, ha impactado con intensidad en la demanda dirigida a los mercados reales. En este marco, en los últimos años se han modificado profundamente los principales parámetros que venían gobernando las relaciones comerciales entre empresas y consumidores, de tal forma, que una parte notable de los máximos responsables del marketing de las empresas se encuentran ante unos clientes con conductas nuevas o desconocidas para ellos, porque representan cambios radicales respecto a las que se venían produciendo en las últimas décadas. Los cambios experimentados por las respectivas demandas internas son de naturaleza cuantitativa (menor gasto por unidad de compra y consumo, menor cantidad por ocasión de compra, menor frecuencia de uso o consumo, etc.); pero sobre todo de naturaleza cualitativa (consumidores con modelos de compra y consumo renovados, y muy diferenciados de los seguidos hasta hace unos pocos años) como consecuencia, entre otros factores, de la convivencia compartida de los mercados virtuales y reales.