En la última década, el sistema de cooperación internacional ha contemplado la llegada de nuevas modalidades de ayuda. La participación de nuevos actores, especialmente los llamados �poderes emergentes�, se ha visto favorecida por un contexto propicio. Uno de ellos, Brasil, ha asumido de forma gradual las obligaciones derivadas de su importante papel en la escena internacional y ha contribuido significativamente al desarrollo internacional. La cooperación brasileña ha aumentado de forma cuantitativa y cualitativa. Tanto el Gobierno de Lula como el actual de Dilma Rousseff han apostado por este ámbito de actuación como un elemento clave del poder blando de su política exterior.