Este artículo se centra en el reto global de la política de neutralidad en la red: ¿Podrán los gobiernos garantizar un mayor acceso a Internet aún más rápido, mientras apoyan a las expectativas de los usuarios y los proveedores de contenidos de que la censura y la filtración de sus contenidos se mantengan a un mínimo democrática y económicamente necesario? O ¿el acceso a Internet abierto se relegará a un carril comparativamente lento, con carriles rápidos reservados para servicios de vídeo, telefonía y otros servicios favorecidos afiliados a los proveedores de servicios de acceso a Internet? La reglamentación de las comunicaciones de telefonía, radiodifusión e Internet (incluido el comercio electrónico) depende de las soluciones a estas preguntas, agrupadas en el principio, convertido en slogan, de neutralidad en la red.