Este artículo examina el problema del mal en la naturaleza, esto es, la cuestión de cuál es el desvalor presente en esta y de si tal desvalor prevalece o no sobre la felicidad existente en ella. El artículo sostiene que esto último es el caso. Esta es una consecuencia difícilmente evitable de la existencia de un proceso evolutivo en un contexto en el que los recursos son escasos. El artículo muestra que, debido a esto, el sufrimiento y la muerte temprana son la norma en la naturaleza. El número de individuos que vienen al mundo solo para morir de forma dolorosa al poco tiempo supera ampliamente al de aquellos que sobreviven. Asimismo, este artículo también defiende que la idea de que los intereses de los animales no humanos no tienen que ser considerados como lo son los de los seres humanos es especista e inaceptable, y que los animales no solo tienen un interés en no sufrir, sino también en no morir. Ante todo esto, el artículo concluye que las cosas buenas presentes en la naturaleza son ampliamente sobrepasadas por la inmensa cantidad de desvalor que hay en ella, y que la intervención para reducir esta última es moralmente correcta en aquellos casos en los que resulta posible.