Aunque la crisis económica se inició en Estados Unidos, en Europa, y especialmente en España, está produciendo efectos graves que a la larga incluso serán más dolorosos que los producidos al otro lado del Atlántico. Se han registrado ya casi 2 billones de euros de pérdidas bancarias, prácticamente la misma cantidad que en Estados Unidos, los planes de rescate europeos suponen tres veces más gasto que el estadounidense; en la Europa del este están a punto de quebrar varios países y algunas estimaciones calculan que sólo en el territorio de la Unión Europea pueden perderse entre cuatro y cinco millones de empleos. Nadie duda de que la magnitud de la crisis, a escala internacional, es terrible, pero Europa parece incapaz de hacerle frente cuando existen remedios a la altura de los problemas planteados sobre la mesa.