A pesar de que 2008 ha sido, en España, un año rico en incidentes nucleares, en las centrales de Ascó y Vandellós, los defensores de la energía nuclear aprovechan la crisis ecológica para postularse como solución inocua ante el cambio climático. Por otra parte, las alarmas ambientales mueven a huir de los combustibles fósiles, emisores de CO2 y a optar por energías renovables. Pero el recurso a estas energías ya está siendo monopolizado por el capitalismo financiero de siempre. La actitud del movimiento ecologista español, asumiendo el sustitucionismo renovable, con la entrega a lo eólico y lo solar, da alas a un sector industrial que basa su prosperidad sobre el mito del crecimiento indefinido. La crítica debe alcanzar, también, a estas "energías renovables", porque fueron despojadas de su capacidad alternativa, es decir, promotoras de una sociedad distinta, restauradora de los vínculos con la naturaleza. Y porque han sido industrializadas y reproducen los mismos vicios energéticos de fondo y forma.