El sistema constitucional español concibe el sindicato como un agente del esfuerzo de transformación requerido para producir el cambio social. La libertad que el sindicato ejerce, debe ser real y efectiva, sin incurrir en vaguedades históricas y comprometiéndose con el espíritu del cambio. La morfología sindical abarca la figura del sindicato clásico, las modalidades asamblearias, las representaciones unitarias y ciertas uniones sin personalidad. La transformación significa que el sindicato se apropia de los nuevos intereses que, al hacerse visibles, deben promoverse y defenderse para construir una sociedad más igual y más libre. El sindicato realiza esa tarea en conexión con los poderes públicos que, previos los tempestivos controles, apoyan sus iniciativas.