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Cerca de dos tercios del gas natural consumido en la Unión Europea son importados. Y las necesidades siguen aumentando. Europa, inquieta por la inestabilidad de los precios y por su dependencia de Rusia, su primer proveedor, quiere diversificar y asegurar sus aprovisionamientos de gas. Ese es el objetivo de las medidas presentadas el 13 de noviembre por el presidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso. A su vez, Moscú explora nuevos mercados y controla el trazado de los principales gasoductos: depender de un cliente único no conviene al Kemlin. ¿Es previsible una Europa de la energía cuando Bruselas está desmantelando los operadores históricos antes que favorecer la emergencia de una gran empresa pública a escala comunitaria?
