El presidente Sarkozy espera poner en pie el 13 de julio en París un nuevo marco para los países de las riberas norte y sur del Mediterráneo. Pero las posibilidades de éxito son escasas, porque el proyecto adolece de incoherencia de concepción y por los conflictos regionales que dividen a los socios, quienes se supone han de cooperar en el terreno económico. Por otro lado, no se ha aprendido la lección de experiencias pasadas, principalmente del Proceso de Barcelona, cuyos mecanismos funcionan mal.