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B. Slee
Este trabajo explora la necesidad de la concepción de los bosques con respecto a su contribución al desarrollo rural. Este proceso requiere una salida desde el pensamiento centrado en la producción hacia una visión más integral que reconoce la completa variedad de servicios ecosistémicos que proporcionan los bosques. También se requiere una medición más efectiva del valor de los bosques y el reflejo estos valores en los instrumentos de políticos. Dándose cuenta de que se requiere una nueva visión de las instituciones y las políticas para recompensar a los propietarios de bosques más efectivamente para la prestación de servicios de los ecosistemas clave (incluyendo carbón), así como la estimulación de los sistemas regionales de innovación que puede capturar y agregar valor a los vínculos entre el monte y el desarrollo rural. En conclusión, la lucha va dirigida abordar el cambio climático global, existe la posibilidad de los bosques para hacer una contribución mucho mayor a la energía sostenible y los productos y servicios sostenibles. Las múltiples dificultades a las que se enfrenta actualmente el sector forestal son mayores en las zonas de secano donde, la escasa gestión de los recursos forestales, los incendios forestales y las enfermedades son cuestiones urgentes. En zonas más templadas de clima oceánico, la transición a nuevos roles de multifuncionalidad es, en general menos complicado, pero no obstante dicha transición es muy diferenciada entre los regímenes de gestión forestal donde domina la producción y respecto a los que dominan los servicios. Abordar el cambio climático y la adaptación a los nuevos valores de servicios ofrece enormes posibilidades para la transformación forestal, dándole una nueva relevancia a un mundo con baja emisión de carbono.
This paper explores the need for the re-imagination of forests with respect to their contribution to rural development. This process requires a departure from production-centred thinking to a more holistic vision that recognises the full range of ecosystem services that forests provide. It also requires more effective measurement of the value of forests and the reflection of those values in policy instruments. Realising that vision thus requires a re-imagination of institutions and policies to reward forest owners more effectively for the provision of crucial ecosystem services (including carbon), as well as the stimulation of regional innovation systems which can capture and add value to the linkages between forestry and rural development. In conclusion, in the looming struggle to address global climate change, there is scope for forests to make a much greater contribution to sustainable energy and sustainable products and services. The multiple current difficulties facing the forest sector are greatest in dryland areas where under-management of the forest resource, forest fires and disease are pressing issues. In more temperate maritime climate zones, the transition to new multifunctional roles is generally less challenging, but nonetheless strongly differentiated between production-dominated and amenity-dominated forest management regimes. Addressing climate change and accommodating new values offers enormous scope for repositioning forestry and giving it a new salience in a low carbon world.
