Se puede afirmar que el mercado de capitales se cerró al término de 2007, y ya nada ha vuelto a ser igual. Actualmente, con los mercados todavía lejos de normalizarse, las entidades de crédito españolas se resienten de una dificultad de acceso a la financiación que complica su a todas luces necesario ajuste, al tiempo que pone en cuestión el futuro de alguna de ellas. La presente situación de restricción y encarecimiento de la financiación tiene componentes coyunturales pero también de cambio de reglas de juego. Se están produciendo cambios en la regulación que dificultan y encarecen el apalancamiento de las entidades, y cuyas consecuencias a medio plazo deberían ser la reducción y concentración del sistema crediticio. Ésta es la dirección del cambio en los sistemas crediticios de los países de la UE y, obviamente, por su desproporcionada dimensión, es la del caso español, donde quizás ahora sólo estemos asistiendo a la primera fase de un cambio más profundo. Con mayor o menor intensidad, existen problemas de financiación para la mayoría de las entidades de crédito, pero centrándonos en el caso español, hay una división relativamente nítida entre dos grandes grupos de entidades cuya frontera quizás también sea la que delimita la viabilidad a largo plazo de unas y otras, al menos con el modelo de negocio que ha imperado hasta ahora en la práctica totalidad de nuestras entidades.
It could be said that the capitals market closed at the end of 2007 and nothing has been the same since. Currently, with the markets still a long way from returning to normal, Spanish credit entities are suffering the effects of difficulties accessing finance which complicates their by all accounts necessary adjustment, whilst at the same time calling the future of some of them into question. The present situation of finance restriction and rising costs has some situational components but also involves changes being made to the rules of the game. Changes are taking place in regulation which impede and increase the costs of leverage for entities, the consequences of which in the medium term should be the reduction and concentration of the credit system. This is the direction of change occurring in credit systems within EU countries and, obviously, owing to its disproportionate size, it also applies to Spain where perhaps only now we are witnessing the first stage in a deeper change. To a greater or lesser extent, most credit entities are having to cope with finance problems, but focusing on the Spanish case, there is a relatively clear division between two major groups of entities, marked out by a frontier that perhaps also defines their long-term viability, at least with the business model which has so far prevailed in practically all our entities.