Las empresas, los bancos e incluso el Gobierno no tomaron en serio el peligro de inestabilidad inherente al patrón de crecimiento español de los últimos años. Se confió demasiado en la ley de Say, en que el crecimiento de la oferta (la capacidad instalada) garantizase la demanda. El riesgo de que no funcionase de manera automática siempre ha estado presente y, de hecho, se reflejaba en los tres desequilibrios básicos de nuestra economía: el creciente endeudamiento, el déficit exterior y las caídas de la productividad total de los factores, que a fin de cuentas son el espejo en el que se reflejan los excesos de capacidad acumulados. En este contexto, la guía para hacer una adecuada lectura de los riesgos de una trayectoria como la española la ofreció en 1939 sir Roy F. Harrod, al vincular el crecimiento con las fluctuaciones en su interpretación dinámica de la Teoría General de John Maynard Keynes. El descubrimiento central de Harrod fue que el equilibrio dinámico entre demanda y oferta en una economía de mercado es tan inestable como desplazarse por el filo de una navaja: a sus lados amenazan la depresión y la inflación. De ahí la importancia de que las políticas macroeconómicas presten mucha atención a estabilizar el ciclo con el fin de sostener el crecimiento a largo plazo. Lo que en España sucedió es que sobrevaloramos nuestros éxitos a corto e infravaloramos el peligro de pasar tras el boom por una fase larga de crecimiento lento.
Companies, banks and even the Government did not take seriously the danger of instability inherent to the Spanish growth pattern of recent years. Too much trust was placed in Say’s Law, that growth in supply (installed capacity) would guarantee demand. The risk that this would not automatically work has always been present and, in fact, was reflected in the three basic imbalances of our economy: growing indebtedness, foreign deficit and the decline of total productivity in factors which, ultimately, are the mirror for accumulated excess in capacity. In this context, the guidelines to correctly reading the risks of a trajectory such as that of Spain were given in 1939 by Sir Roy F. Harrod, when he linked growth with fluctuations in his dynamic interpretation of John Maynard Keynes’ General Theory. The central discovery made by Harrod was that the dynamic equilibrium between supply and demand in a market economy is as unstable as walking along a knife edge: on either side, depression and inflation loom large. Hence the importance of macroeconomic policy paying close attention to stabilizing the cycle with a view to sustaining growth in the long term. What happened in Spain is that we overvalued our short-term successes and undervalued the danger of the long stage of slow growth that follows the boom.