Anne-Laure Fayard, John Weeks
Los ejecutivos antes desalentaban la interacción casual entre los empleados ya que la veían como una distracción. Hoy todos sabemos que los encuentros casuales promueven la cooperación y la innovación y las empresas diseñan sus oficinas y culturas con esto en mente. Entonces, ¿por qué sus esfuerzos cuidadosos y bien intencionados suelen fracasar? Descubrimos que el sentido común es una mala guía al diseñar para la interacción. Los espacios de trabajo inspiran encuentros informales sólo si equilibran correctamente tres factores que tienen aspectos tanto físicos como sociales:
�Proximidad. Los espacios deben reunir naturalmente a las personas.
�Privacidad. Las personas deben ser capaces de controlar el acceso a sus conversaciones y a ellos mismos.
�Permiso. El propósito social del espacio debe ser evidente y la cultura debería dar indicios en el sentido de que las interacciones no relacionadas con el trabajo no son castigadas, sino que se incentivan.