España, país que forma parte de la Unión Europea, se ha convertido en una nueva localización para el transnacionalismo asiático, en un nuevo territorio para explorar, en un horizonte a descubrir, en una frontera a traspasar. La economía española es un sector atractivo para la inversión e iniciativas empresariales asiáticas, y a ella llegan proyectos ya experimentados en otros lugares o se inician otros nuevos adaptados a las especiales circunstancias locales. Se han formado unas diásporas que pueden encuadrarse, a muy grandes rasgos, en tres tipos: la diáspora comercial, el transnacionalismo de élite y "el transnacionalismo desde abajo"; tres modelos de transnacionalismo que en España han dado muestras de una gran adaptabilidad y una elevada integración en la vida social y económica del país de acogida. Pero, en paralelo, se han desencadenado procesos inevitables de competencia económica que, a veces, han dado lugar a episodios violentos de racismo y xenofobia. El desembarco asiático en un territorio de frontera como es España para sus diásporas, junto al dinamismo económico y empresarial que lo acompaña, impulsan tanto al crecimiento de la riqueza como a la internacionalización de la economía nacional. El transnacionalismo asiático, en el contexto español, debe entenderse como multinodal y no exclusivamente binacional (origen y destino), pues los vínculos mantenidos activamente por los actores-agentes del transnacionalismo incluyen a diferentes comunidades de emigrantes asiáticos repartidas por todo el mundo, además de origen. España es una localización más, un paso más del traspaso que el transnacionalismo asiático conlleva; en definitiva, un territorio de frontera todavía lleno de oportunidades para explorar.