El cambio climático puede ser el eje en torno al cual gire el orden internacional en el siglo XXI, lo que explica por qué en los últimos años países y regiones han venido disputándose el liderato en esta materia. Hasta la fecha, la cantidad y el uso asegurado de fuentes de energía, principalmente procedentes de combustibles como el petróleo, el carbón y el gas natural, han determinado la seguridad energética de un país y constituyen la parte más importante del equilibrio de poder entre naciones. Desde el estallido de la revolución industrial, el crecimiento económico y buena parte de la geo política mundial han recaído en el control de los recursos fósiles y la garantía de la seguridad energética. Sin em bargo y estimulado por la búsqueda de nuevas energías más respetuosas con el ambiente, han aparecido nuevos incentivos al uso de las energías renovables, mucho más profusas e inagotables.
El presente artículo aborda entre otras cuestiones el efecto de una apuesta efectiva por el crecimiento verde de manera generalizada, y en particular en Asia, donde países como Indonesia, Singapur o Japón ya han mostrado su compromiso con ello. También analiza la apuesta de la nueva administración Obama por la lucha contra el cambio climático y se interroga sobre quién puede liderar dicho proceso, concluyendo que más que desde un solo polo, quizás sea más materia favorable para la gobernanza descentralizada.