Seonjou Kang
Aunque se trata de una recuperación frágil, la economía mundial empieza a salir de la peor crisis económica desde la Gran Depresión antes de lo esperado, una recuperación que debe atribuirse en gran medida a la cooperación mundial que ha tenido lugar en las cumbres del G-20. Debido al im pacto global y a la escala sin precedentes de la crisis, ni Estados Unidos, como epicentro de la crisis, ni los países europeos, se encontraban en disposición de hacer frente a la crisis individualmente, lo que ha supuesto en la práctica un impulso decisivo a la cooperación mundial. El G-20, que se gestó en la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales constituida tras la crisis financiera asiática de 1997, ha propiciado una coordinación ma cro - económica crucial para revitalizar a la economía mundial. Este éxito ha elevado al G-20 a la categoría de máximo órgano consultivo en materia de economía mundial, relegando en importancia al otrora esencial G-8. Para muchos, el auge del G-20 constituye potencialmente un cambio histórico en la gobernanza mundial, pues supone un indicio del reconocimiento, por parte de los países occidentales desarrollados, del peso cada vez mayor de los países en desarrollo en el mundo. Por tanto, no es sorprendente que el G-20 atraiga una atención considerable como nueva forma de gobernanza mundial, creando la es - peranza de un nuevo orden internacional. Aun así, el hecho mismo de que el G-20 esté en proceso de construcción constituye una advertencia frente a todo optimismo infundado.
Este artículo pretende comprender las complejas realidades en torno al G-20 y comprobar qué papel podrá desempeñar Asia en este foro.