El presente artículo parte de la constatación de que desde el 11-S la política internacional y los acontecimientos geopolíticos en Asia Occidental han afectado la percepción de las autoridades iraníes, que bajo el liderazgo del presidente conservador Mahmoud Ahmadinejad han securitizado ca da vez más la política del país. Bajo el gobierno de Ahma dinejad, Teherán ha penetrado en un terreno nuevo y sin explorar tanto en política interna como en las relaciones exteriores. Y, si bien su primer mandato estuvo lleno de acon tecimientos en muchos frentes, se puede afirmar que la naturaleza de su reelección para un segundo mandato, en junio de 2009, hará que su presidencia sea todavía más precaria que antes, con un régimen más vulnerable a la presión interna. Veremos también como la inquietud por la probabilidad cada vez mayor de que se produzca una confrontación directa entre Irán e Israel ha aumentado la tensión en la región y ha intensificado la preocupación sobre la orientación de la estrategia nacional iraní, una orientación que tiene profundas implicaciones para los gigantes del sistema internacional, como EEUU, la Unión Europea, China o la Federación Rusa, y que ha despertado la inquietud de sus vecinos árabes, con los que Teherán mantiene una relación cada vez más difícil. A ello poco contribuye la constatación de que Irán gana progresivamente influencia sobre el vecino Irak, en una relación que de intensificarse �algo que no parece difícil�, supondría un reequilibrio del poder regional.
Un escenario que queda resumido con la frase que cierra el texto: �Se avecinan tiempos tormentosos�.