En 2005, surgió en El Salvador un movimiento social opuesto a las exploraciones de oro y metales asociados. Una de sus características ha sido su composición multisectorial, al estar liderado por organzaciones comunales, ONG de desarrollo rural, grupos ambientalistas, sectores del Iglesia católica, entre otros. Tal diversidad da cuenta del desarrollo del "socioambientalismo", es decir, de la convergencia entre una "crítica distributiva", de la cual son portadores los movimientos sociales por la justicia social, y una "crítica ecológica", desplegada por el movimiento ecologista.