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El autor destaca, en primer lugar, el desvanecimiento del proyecto educativo de la Ilustración. Los nuevos desarrollos educativos han descolocado a la escuela, pues ya no es el único centro para la transmisión del conocimiento. Sin embargo, hay un resurgimiento de lo educativo expresado en la adquisición de �competencias� antes que en la certificación de la escolaridad. La educación, en cambio, remite a la institucionalidad, a los aparatos que están siendo separados por otros potentes agentes que revelan la complejidad en que vivimos.
Nuevas relaciones de saber�poder se instalan sustentadas en poderosos desarrollos tecnológicos. De allí que el problema educativo no es qué enseñar, sino cómo hacerlo. Está cuestionado el viejo axioma �si se enseña, se aprende� entre otras razones porque la escuela lo pervirtió.
Los nuevos desafíos sociales, la presencia avasallante de la tecnología, la escasez cada día en aumento del trabajo, la reestructuración de la familia, la presencia inevitable de los medios de comunicación son, entre otros, serios problemas que la escuela y la enseñanza deben aceptar, y si es posible, responder.
La pedagogía debe re�significarse para su pesar, cuestionando supuestos que en el pasado la vitalizaban. Ya no hay que transmitir conocimientos, seguir la enseñanza según criterios administrativos, son entre muchos otros, problemas que son necesario resolver, si la escuela empieza a darse una oportunidad.
The author begins by pointing out that the educational policy that began in the Enlightenment is now irrelevant. New developments in education have marginalized the school, since this is now no longer the only place where knowledge is passed on. However,there has been a resurgence of �education� in the sense of acquiring skills rather in paper qualifications. Official education refers to the institutions and mechanisms that are being displaced by powerful instruments that reflect the complexity of the modern world.
New knowledge-power relationships have come into existence with the development of powerful technologies. Hence the problem is not what to teach, but how to teach, calling into question the traditional dictum �if teaching takes place, so does learning�, in part because this process has been deformed in schools.
New social challenges, the overwhelming power of technology, the increasing scarcity of employment, changes in family structure, the inescapable presence of communication media are among the serious problems that the school and the teacher has to confront and, if possible, accommodate.
Albeit unwillingly, pedagogy has to redefine itself and question the premises that in the past gave it vitality. It is no longer necessary to pass on knowledge, to teach according to administrative criteria: these are among the many problems that have to be resolved if the school is to resume its significance. In short, a paper full of suggestions that may or may not be accepted, but which cannot be ignored.
