José García Molina
Hace apenas una década Gabriel Tarde era desconocido para la mayoría de profesores e investigadores de las ciencias sociales o la filosofía. Asistimos, en el nuevo milenio, a una multiplicación exponencial de las referencias a su pensamiento y obra. �El regreso de Tarde� propicia diferentes preguntas que obligan a análisis alejados de fáciles hagiografías, de abusivas apropiaciones o rechazos y de otros peligros comunes a toda exhumación de un corpus enterrado. Por todo ello, el presente artículo persigue dos objetivos. Primero, presentar esquemáticamente el sistema filosófico de Tarde. Su �ontologie de l�avoir�, la otra metafísica, propia de... (Leer más) ciertos pensadores europeos de finales del siglo XIX, desemboca en un vitalismo que se opone a cualquier totalización o clausura física, biológica o social. La neo-monadología tardeana y sus derivaciones sociológicas se deducen de ciertas vías metafísicas sobre la naturaleza del universo, de los elementos que lo componen y de la perpetua acción que ejercen unos sobre otros. Ontología del tener, sostenida en un psicomorfismo y sociomorfismo universal, que sustituye a la tradicional ontología del ser y presenta una original forma de cartografía de la constitución de las sociedades. En segundo lugar, señalaremos algunas intuiciones acerca de los usos de Tarde. Su vuelta puede ser pensada como moda que rescata y consume �antiguos autores menores� alegando el agotamiento de los paradigmas hegemónicos clásicos; pero también como política de memoria y restitución de saberes sometidos/olvidados por el concurso de lógicas más poderosas. La pregunta más urgente es a nuestro juicio: ¿para qué sirve el renacido Tarde? Apuntamos apenas amagos de respuesta. Lejos de cerrar las preguntas pretendemos reabrirlas en la dirección de un trabajo más amplio y detenido que ya está en marcha.